Nos encontramos con una casa que tenía el potencial de convertirse en un refugio de luz y alegría, lejos de la imagen de un hogar gris, oscuro y triste. Nos propusimos rescatar cada rincón, buscando revivir esos espacios que habían quedado en el olvido, fuera del alcance de los habitantes actuales. La terraza, por ejemplo, era uno de esos lugares que logramos recuperar, transformándola en un espacio acogedor y vibrante, perfecto para compartir.

 

La conexión con nuestra clienta y sus hijos fue profunda, de esas relaciones que atraviesan el corazón. Ella soñaba con una casa que pudiera abrirse a otros, un lugar en el que no solo ellos, sino también amigos y familiares pudieran sentirse bienvenidos. Así, cada rincón de la vivienda se diseñó pensando en la alegría de recibir y en la importancia de compartir.

 

Usamos una paleta cálida y alegre, incorporando textiles suaves y colores vibrantes que dotan de vida a cada habitación. Con esta redecoración, no solo hemos transformado una casa; hemos creado un hogar lleno de posibilidades y optimismo, un espacio donde la familia puede construir recuerdos, siempre con un espíritu abierto y acogedor.