Un reto interesante desde el principio: en una misma estancia había que dar cabida a tres mundos. Un rincón de estar, una zona de trabajo y un espacio para el ensayo, porque nuestra clienta toca la guitarra, sola y en grupo. Todo tenía que convivir en armonía.  

 

Renovamos por completo el mobiliario y replanteamos la distribución para que cada función encontrara su lugar sin renunciar a la amplitud. Además, hicimos un trabajo de ordenación para que el espacio fluyera sin barreras, cómodo y versátil.  

 

El resultado es un lugar en el que todo encaja. Un estar acogedor, un área de trabajo funcional y un local de ensayo donde la música se vive a diario.